El secreto de su fórmula es tan misterioso como el de la Coca Cola. Permanece hermético desde hace más de 150 años. En los libros de cocina se encuentran recetas similares, pero sólo son meros acercamientos. Los únicos que tienen la clave del secreto son los empleados del Hotel Sacher situado en la ciudad de Viena, Austria.
El refinado lugar exporta por año 36.000 unidades de la típica torta austríaca a diferentes partes del mundo que se desvelan por probar este manjar. Los pedidos se hacen con amplia anticipación que muchas veces supera los dos meses de espera.
Se tiene la certeza de que la torta Sacher o Sachertorte no lleva ningún tipo de conservantes y es totalmente artesanal. El suculento exponente de la pastelería es empacado con un lujoso envoltorio exclusivo del hotel fabricante.
Su origen no es una incógnita: El manjar vio la luz en 1832 casi por accidente. Sucedió que el príncipe austríaco Wenzel Clemens Matternich iba a hacer una reunión y quería agazajar a sus invitados con un postre original. Pero un imprevisto atravesó la historia: el prestigioso chef que trabajaba en el palacio vienés estaba enfermo y tuvo que ser reemplazado de urgencia por Frauz Sacher, un inexperto de apenas 16 años que carecía de la sabiduría del cocinero titular. Pero el joven superó el bautismo de fuego con éxito y elaboró una torta que conquistó el paladar de todos los comensales.
El renombre del plato trascendió las fronteras del palacio y llegó a otras dinastías con el mismo efecto. La fórmula y los ingredientes permanecían totalmente reservados. Debido al éxito, el chef autor del manjar se fue a trabajar a Budapest y Bratislava, pero luego de 16 años regresó a Viena donde abrió un prestigioso negocio de vinos y manjares refinados. Su torta seguía siendo el plato fuerte del local que rápidamente comenzó a expandirse por toda Europa.
Su hijo Eduard decidió continuar con la tradición y optó por perfeccionar la Torta Sacher que había ideado su padre. De sus manos nació el manjar con la forma que hoy lo conocemos. Pero el joven fue más allá y en 1876 decidió comprar un palacio y transformarlo en el Hotel Sacher que aún se mantiene vigente. Lógicamente, la especialidad del lugar era la suculenta torta.
Como en todo éxito, los conflictos son inevitables. Durante todo el Siglo XX, la receta fue un motivo de disputa entre la familia Sacher y la pastelería Demel quien decía ser autora de la fórmula. Tras siete años de litigio, la justicia le dio a la familia poseedora del hotel que llevaba su nombre el derecho a comercializar el manjar con el mote de Sachertorte.
A pesar de los misterios sobre su verdadera composición, esta torta vienesa consiste en dos planchas gruesas de bizcochuelo de chocolate unidas por una capa de mermelada de damascos. El manjar es cubierto íntegramente con un glaseado de chocolate helado que es lo que le proporciona el color. Muchos amantes de la pastelería optan por incorporarle una cucharada de crema Chantilly para proporcionarle mayor humedad a la receta.
Está claro que probar la delicia original es un lujo para pocos. Pero cualquiera está apto para tomar un recetario y ponerse a practicar, aunque sea una imitación.
Correcciones:
ResponderEliminarBien por la sección.
Una historia atractiva y novedosa para contar.
Releer siempre.